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Reeves Wiedeman es editor en la revista New York, reconocido columnista y escritor en medios como The New Yorker, New York Times, Rolling Stone, Harper´s, entre otras. Debuta en la escritura de libros con Billion Dollar Loser - The epic rise and espectacular fall of Adam Neumann and WeWork.
Te recomendaría leerlo? Es un libro de negocios contado bajo una historia en el tiempo y con un seguimiento muy específico en el rol de Adam Neumann como CEO de WeWork, la influencia de su esposa en sus decisiones y como su ego lo fue llevando a un sitio donde la única salida fue precisamente su salida de WeWork en 2019. Si te gusta leer de negocios, más allá de teoría, es una gran opción para aprender sobre alguien que hasta hace pocos años era considerado un líder de “las nuevas formas de trabajar”, pero que en realidad la cultura de trabajo adentro de la empresa era todo lo contrario a la imagen que aparentaban.
Del artículo de The New York Times:
WeWork nace en 2008, en medio de la crisis financiera, donde tomaron ventaja de edificios que fueron desocupados y donde lograban acuerdos para rentarlos a largo plazo y a su vez hacer divisiones para rentar a corto plazo a empresas o individuos (freelancers). Se convirtió “en el lugar para estar y ser visto” para el mundo emprendedor y para empresas que estaban creciendo agresivamente, especialmente empresas de tecnología.
El negocio de WeWork, rentar espacios de oficinas a individuos o empresas, no fue una innovación en sí misma, ya que es un negocio que tiene muchos años y muchos jugadores en la industria. Lo que separaba a WeWork del resto, no era solo su presencia mundial, con espacios en más de 30 países y una visión de su fundador Adam Neumann sobre lo que realmente quería de su empresa. El iba en contra de lo obvio, que WeWork era un negocio de renta de oficinas, insistiendo que eran mucho más: un empresa de tecnología (tech start-up), una red social, una empresa comunitaria, una organización buscando reconfigurar la sociedad y elevar su nivel de consciencia.
“Estamos aquí para cambiar el mundo, nada más que eso es lo que me interesa”. - Adam Neumann
Desde un inicio Neumann se convirtió en el líder de WeWork, en el vocero de la compañía y quien se encargaba de cerrar los negocios con los dueños de los edificios. Su cofundador, Miguel McKelvey, se encargaba de llevar a cabo los planes de Neumann y convertirlos en realidad. A Miguel no le gustaba estar al frente y ser una figura pública, se sentía más cómodo con su rol de operador.
WeWork tuvo un crecimiento agresivo, atrayendo talento joven, pero con un nivel de exigencia extenuante y con sueldos muy bajos en relación a otras empresas tech, pero con una narrativa de Neumann que convencía a apostarle al crecimiento de WeWork y poder obtener participación en un futuro. Adam creo el concepto “We”, termino que se popularizo tanto dentro de su organización, como fuera de ella. Mientras que su personal estaba dispuesto a sacrificar tiempo y dinero, Neumann vivía la vida de billonario, vendiendo parte de sus acciones en el tiempo, con casas en diferentes ubicaciones y muchas extravagancias, tanto suyas como de su esposa Rebekah.
El poder de convencimiento de Neumann sobre su visión de WeWork convenció a grandes inversionistas, entre ellos Softbank y Benchmark, una firma de venture capital muy reconocida en USA. WeWork recibió billones de dólares de inversión. Adam se había posicionado como un emprendedor tech, cuando en realidad poco usaba una computadora y el departamento de IT de WeWork era sumamente limitado, incluso fue lidereado en sus inicios por un estudiante de preparatoria. Gran parte de las inversiones se gastaban en actividades fuera del negocio principal de WeWork, las grandes fiestas eran reconocidas, todo esto a pesar de que desde 2012 fue el último año que presentaron resultados positivos.
Si quieres conocer a detalle los pormenores y el fin de la historia …
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Algunas frases del libro:
Adama Neumann se resistía a ver lo obvio, que WeWork era una empresa inmobiliaria de renta de espacios de oficinas, él insistía que era todo menos eso. Decía que eran una start-up de tecnología, una red social, una comunidad y una organización enfocada en reajustar la sociedad.
Los cofundadores no estaban interesados en integrar un socio adicional, pero pensaron que no había ningún daño en presentar una cifra. Y así lo hicieron, le comentaron a Joel Schreiber que consideraban el valor de WeWork en $45M usd. Sin cuestionar, Schreiber acordó pagar $15M usd para convertirse en el tercer socio y quedarse con una participación del 33%, de una empresa que todavía no existía.
WeWork no era el lugar más económico en Nueva York, pero los clientes estaban dispuestos a pagar por cuestiones de diseño, flexibilidad en los términos del contrato y el sentido de pertenecer a una comunidad. Adam y Miguel definieron que sus clientes serían llamados “socios”, para generar un sentido de pertenencia.
“Dame soluciones, no problemas” - Miguel McKelvey
Lo que otras empresas similares a WeWork no tenían era la ambición de Adam (CEO) y sus conexiones a capital. A través de Schreiber, quién no termino de pagar los $15M usd y a la vez no recibió su 33%, había generado un círculo cercano de amigos muy bien posicionado en la ciudad de NY.
Mantener el control en los gastos era clave para el modelo de negocios de WeWork. Para generar los espacios de oficinas se puede hacer rápido, correcto o barato. WeWork se inclinaba por rápido y barato.
“Trabaja en silencio y deja que el éxito sea quién haga ruido” - Miguel McKelvey
La similitud de WeWork con un negocio como Regus (renta de espacios de oficinas en edificios) era a tal nivel que su P&L (Estados de Resultados) eran muy similares. Podías revisar los estados de Regus y el negocio era exactamente el mismo. Aún y con eso los inversionistas se dejaron llevar por el discurso y visión de Adam, relacionado a su carisma y habilidad de gentes. Pero al mirar fríamente los números, siempre fue muy clara la realidad.
La ventaja competitiva de WeWork, parecía ser su capacidad de generar buenos “shows” y apantallar a los mercados. Existía un miedo en los inversionistas de perder la oportunidad de invertir en el próximo Facebook, Uber o Netflix.
“Siempre hay un tonto en cada mercado, si no sabes quien es, probablemente eres tu”. - Bill Gurley
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